Por más que
el fenómeno del Cine 3D nos resulte una innovación, la inquietud de un cine que
pudiese reproducir las imágenes tal cual son visualizadas por el ojo humano fue
inminente. La Historia
del cine data que,
después del surgimiento de este medio (en 1895 con la primera proyección
pública paga de la mano de los Hermanos
Lumière), se
comenzó a plantear la posibilidad de dotar a este nuevo gran espectáculo con la
tercera dimensión para que se hiciera más real. Se sabía que el cerebro creaba
la sensación
de tridimensionalidad sumando las
dos imágenes que recibía a través del ojo izquierdo y del derecho. Lo que
faltaba, era crear una solución técnica que permitiera proyectar esas dos
imágenes de forma separada para que el cerebro las uniera.